miércoles, 11 de junio de 2008

Variaciones autocríticas para portadas de libros: Caso Catalonia (Uno)

Vicente Larrea, en sus clases, no se cansaba de repetirnos que “no hay que quedarse nunca con la primera idea”. Buen consejo para estudiantes, pero no dejo de pensar que algunas de esas primeras ideas se defienden bastante bien. No está de más señalar que la primera versión o maqueta que se presenta al editor, no es “la primera idea”, y que ya es producto de por lo menos algunas horas de darle vuelta a la información que se nos ha entregado, y de una lectura selectiva a los textos del autor. Sin contar el tiempo que toma armar, ajustar, probar y buscar tipografía, color e ilustraciones frente a la pantalla (freehand y photoshop mediante). Y la experiencia de años (décadas) con editores, autores y editoriales, claro.

Gracias al correo electrónico que conserva un registro de todo el proceso de presentación de maquetas (práctica muy recomendable, sobre todo en casos de conflicto entre editoriales e imprentas) es que pude reconstruir la secuencia de trabajo de una buena cantidad de portadas. En su momento hablé con Arturo Infante para preguntarle si no tenía inconveniente de mostrar no solo la portada publicada, lo que es usual en cualquier carpeta, sino todas las versiones anteriores, y no tuvo.

Moneda dura. Gabriela Mistral por ella misma. Catalonia, 2006

La editorial Catalonia la dirige Arturo Infante, que es su fundador, gerente y editor. En inglés existe el término publisher para el empresario, director o gerente de una empresa editora, que publica y distribuye libros o revistas, y editor (pronúnciese in english, please) se reserva para las labores de lectura, revisión y corrección de estilo de un texto, a lo que se ha dado en llamar editing, trabajo que implica un estrecho contacto con el autor. El 2003, año uno de Catalonia, Arturo hacía las dos cosas y otras mas, pero el 2006 ya tenía un equipo funcionando, Jorgelina Martín incluida, que se encargaba del editing y del humor negro.
En Catalonia, además de las portadas, yo revisaba cada texto para armar una maqueta de páginas que resolviera todos los estilos tipográficos (hablo de estilo como menú del programa de maquetación, no como categoría estética), lo que me permitía una buena aproximación al tema del libro para el momento de diseñar la portada. En este libro sobre Gabriela Mistral ya estaba entregada a diagramación una maqueta del texto, y conversadas un par de ideas con Arturo y Jorgelina sobre la portada. El título Moneda dura era una referencia al billete en que aparece la figura de Gabriela, y el libro se componía de una serie fragmentos de textos de Gabriela en los que hablaba de sí misma.
La “primera idea” fue un collage de rostros de Gabriela, representando la diversidad de textos de la antología, el color rojo del billete de $5000 combinado con un amarillo dorado, obvio, y la tipografía del título en Copperplate, con su aspecto bancario. La maqueta de la derecha es mas bien un poco inspirado saludo a la bandera, con la figura oscurecida y solo se salva como muestra de composición con una variante tipográfica. Los comentarios a esta primera serie dieron origen a las cinco versiones siguientes, en donde se evidencia la imagen del billete y se busca mostrar una Gabriela sonriente para romper con el estereotipo de su amargura. La tipografía del título (Minion) es más convencional.
A una semana de la primera presentación no está mal tener nueve alternativas para definir una línea definitiva a seguir. O está muy mal, porque significa que todavía no hay línea. En esta ocasión surgió un problema causado por confiar excesivamente en la comunicación por correo electrónico y la falta del necesario diálogo cara a cara, diálogo personal que sí se llevaba a cabo entre la autora y Arturo Infante. A los pocos días me llegó a vuelta de correo una propuesta diferente, de parte de la autora.

Antes de entregar a imprenta se decidió un cambio de última hora en la foto de Gabriela, que había sido distorsionada para hacerla más horizontal y que, además tenía baja resolución (para imprenta la resolución requerida es de 300 dpi, y esta tenía 72 dpi). Por último, va la portada final y la tapa tal cual se entregó a imprenta con todos sus elementos aplicados. Como la tapa de un libro no es solo la portada, va de muestra la tapa con su lomo y solapas desplegadas.
No termino de reconocerla como mi producto y sigo pensando que mis primeras propuestas eran defendibles. Se diría que es un caso típico de “intervención del cliente”, y a todos los diseñadores les ha sucedido. Como éste es un artículo autocrítico y autoflagelante, los invito a leer El muro de los lamentos, un texto del diseñador argentino Guillermo Brea en foroalfa donde pasa revista a las quejas y lamentos que “todo diseñador ha gemido (...) al menos una vez en su vida”. En fin, Oscar Wilde decía que aquello que llamamos experiencia no es mas que el conjunto de nuestros errores.

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