jueves, 15 de mayo de 2008

En Elle, con Carla Guelfenbein

No sabía, y aún sé mucho , sobre la revista Elle. Que la versión en español tiene menos tiempo en el mercado que otras del género, que su original es francés, y que el año 96, cuando realicé ilustraciones para cuatro o cinco números, sus oficinas editoriales quedaban en un ala del edificio de la Avenida Santa María, que albergó a la Editora Nacional Quimantú, donde trabajé entre los años 71 y 72. Muy otros tiempos.

El contacto con Carla fue vía Mónica Bosselin de Diseñadores asociados, y hablaré próximamente (en este blog, por supuesto) de otros trabajos que realicé con ellas (pienso, sobre todo en una serie de ilustraciones sobre sexualidad, en un libro-manual de la ONG Sur, dirigido a mujeres, y que fue toda una experiencia).

En fin, que Carla me llamó para colaborar con ilustraciones para Elle, donde era directora de arte. Tenía ideas muy claras, el diálogo era fluido, tuve que hacer dos versiones de algunos dibujos, su nivel de exigencia era fuerte pero sin presiones, y en resumen, un fue trabajo gratificante. Ya que hablé de gratificaciones, la administración contable de la revista también tenía sus ideas clarísimas con respecto a tarifas: el techo lo ponían los precios del banco de imágenes de la edición internacional, con trabajos de ilustradores europeos y norteamericanos a los que podían recurrir con una facilidad que contrastaba con los trámites que supondría contratar mi trabajo. No lo dijeron así, pero el subtexto del discurso lo expresaba sin lugar a dudas. Carla se las arregló para mejorar las remuneraciones, con argumentos de cantidad y tamaño, y mis ilustraciones aparecieron durante el año 96.

Si esperaba a encontrar y escanear todo el material necesario para este blog, habría salido el año del tiuque (no lo busquen en el horóscopo chino), de modo que solo puedo mostrar las ilustraciones de un articulo que habla sobre las emociones dentro de la familia, con niños y mujeres con cabezas de corazón contrastando con personajes masculinos mas bien cuadrados; y otro sobre el diálogo dentro de la pareja, jugando con globitos de comic.
En esos años había superado mi estilo “lineal” de toda la vida para volverme mas “pictórico”. Siempre se me confunden Wölfflin y Worringer, pero uno de los dos es el responsable de esa nomenclatura descriptiva de los estilos. La Wikipedia resuelve mis confusiones y me dice que es Heinrich Wölfflin. Utilicé pasteles Caran d’Ache, que son versátiles, rápidos porque ha que esperar el secado como las acuarelas o las tintas, y cómodos, porque no necesitan fijador ni dispersan polvo como los pasteles tradicionales, pero ya es difícil encontrarlos, al igual que muchos otros materiales de dibujo tradicional (véase supra, en una entrada todavía por escribir). “Pinté” sobre un estupendo papel para acuarela, grueso y con mucha textura, de Windsor & Newton, carísimo.

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