El contacto con Carla fue vía Mónica Bosselin de Diseñadores asociados, y hablaré próximamente (en este blog, por supuesto) de otros trabajos que realicé con ellas (pienso, sobre todo en una serie de ilustraciones sobre sexualidad, en un libro-manual de la ONG Sur, dirigido a mujeres, y que fue toda una experiencia).
En fin, que Carla me llamó para colaborar con ilustraciones para Elle, donde era directora de arte. Tenía ideas muy claras, el diálogo era fluido, tuve que hacer dos versiones de algunos dibujos, su nivel de exigencia era fuerte pero sin presiones, y en resumen, un fue trabajo gratificante. Ya que hablé de gratificaciones, la administración contable de la revista también tenía sus ideas clarísimas con respecto a tarifas: el techo lo ponían los precios del banco de imágenes de la edición internacional, con trabajos de ilustradores europeos y norteamericanos a los que podían recurrir con una facilidad que contrastaba con los trámites que supondría contratar mi trabajo. No lo dijeron así, pero el subtexto del discurso lo expresaba sin lugar a dudas. Carla se las arregló para mejorar las remuneraciones, con argumentos de cantidad y tamaño, y mis ilustraciones aparecieron durante el año 96.
Si esperaba a encontrar y escanear todo el material necesario para este blog, habría salido el año del tiuque (no lo busquen en el horóscopo chino), de modo que solo puedo mostrar las ilustraciones de un articulo que habla sobre las emociones dentro de la familia, con niños y mujeres con cabezas de corazón contrastando con personajes masculinos mas bien cuadrados; y otro sobre el diálogo dentro de la pareja, jugando con globitos de comic.


En esos años había superado mi estilo “lineal” de toda la vida para volverme mas “pictórico”. Siempre se me confunden Wölfflin y Worringer, pero uno de los dos es el responsable de esa nomenclatura descriptiva de los estilos. La Wikipedia resuelve mis confusiones y me dice que es Heinrich Wölfflin. Utilicé pasteles Caran d’Ache, que son versátiles, rápidos porque ha que esperar el secado como las acuarelas o las tintas, y cómodos, porque no necesitan fijador ni dispersan polvo como los pasteles tradicionales, pero ya es difícil encontrarlos, al igual que muchos otros materiales de dibujo tradicional (véase supra, en una entrada todavía por escribir). “Pinté” sobre un estupendo papel para acuarela, grueso y con mucha textura, de Windsor & Newton, carísimo.
Para la revista Publicidad, de gran formato, sólido papel couché mate, con la refinada dirección de arte de Mónica Bosselin y Beatriz Sepúlveda, dedicada a temas publicitarios desde una distancia (casi) crítica, colaboré hasta mediados de los noventa. La siguiente serie de dos ilustraciones muestra diferentes momentos de la actividad de una agencia cualquiera, en tiempos de trabajo rutinario que contrastan con las frecuentes explosiones de urgencia.
La página de Gregory Cohen se ensañaba irónicamente con las distorsiones de los personajes que habitan en las grandes agencias, sus usos, costumbres y servidumbres. Por más que fueran ilustraciones de pequeño formato, en tiempos en que no existía el correo electrónico, había que ir al edificio de Pocuro (hoy dedicado a otros usos), recoger el texto, leerlo y tirar algunas líneas antes de dibujar el original, pintarlo, y vuelta a ir a Pocuro. Un día que sentí que estaba atrasado (no se me ocurría nada), me encuentro con Mario y le expresé mis angustias. “No te lo tomes tan en serio. No es más que un juego”, me dijo. Cierto. Hace ya mas de una década que Mario Fonseca dejó el juego de la publicidad y se dedica a la fotografía, a la curatoría de exposiciones y a escribir. Se retiró gradualmente de Diseñadores Asociados, dividiendo la semana en “días para el diablo, y días para dios”. Aclaro que se referìa a la publicidad como empresa lucrativa y a la actividad artìstica como vocaciòn, respectivamente. La responsable de la cita es Paulina Castro. El responsable de su publicaciòn soy yo. Saludos. 

Precisiones finales: El texto sobre La Castaña se puede leer en el blog de Hernán Venegas (
